Los cascos históricos de las ciudades y pueblos conforman un centro cultural identitario, donde se marcan las intrahistorias de los habitantes, las tradiciones y los espacios de socialización principales que después se han ido evadiendo fuera de estos. El Casco Antiguo de mi municipio, Cehegín (situado al noroeste de la Región de Murcia) es uno de tantos que además de cumplir esta función cultural y de identificación identitaria, suponen un reclamo turístico del que se intentan aprovechar personalidades políticas y empresas, sin muchas veces cuidar del verdadero entramado arquitectónico, cultural y social que suponen esas calles, esas casas, esas personas...
La situación es sencilla de resumir, pero compleja de analizar. Las casas del Casco Antiguo de Cehegín se caen, en los últimos meses se han producido dos grandes derrumbamientos (que yo haya contabilizado) en el mismo, uno en una casa cercana al Puntarrón y otro en la zona de las calles Zafra y Tría (estas casas salen en el vídeo-poema que verán más abajo). La situación de muchas otras casas es de derrumbe inminente, muchas de ellas son ocupadas con el peligro consecuente que tiene para las personas que las ocupan y muchas otras son utilizadas como vertederos y espacios para el consumo de drogas. Al tener estos problemas mayoritariamente el la parte antigua del pueblo, hay un silencio respecto a esto temible, un mirar hacia el otro lado con el que se pierden, año a año, edificios históricos que han determinado el sentir ceheginero.
El derrumbamiento de estas casas es ya de por sí una grave pérdida en materia de sentir histórico. Sin embargo, se acumulan otros problemas como la falta de limpieza de los escombros o la posibilidad de accidentes que involucren peligro para personas (sobre todo aquellas con peligro de exclusión social y que viven bajo el umbral de la pobreza, como las que ocupan las casas y también para personas mayores, que transitan estas calles muchas veces llenas de escombros o poco cuidadas de los baches).
La falta de limpieza en las casas genera a veces la sensación de un pueblo fantasma en el que pasa de haber un conjunto arquitectónico de edificios a un auténtico vertedero, que puede generar plagas de insectos, ratas, facilidad de difusión de enfermedades... El refugio que suponen estos edificios para los gatos, por ejemplo, supone que haya una auténtica plaga de felinos en la calle sin castrar, sin tratar, que son un verdadero peligro para las especies animales que habitan cerca del río y generan mucha suciedad en las calles.
El Ayuntamiento de Cehegín recientemente restauró algunos de los edificios históricos situados en la Calle Mayor y los cedió a diversas asociaciones del municipio para que los aprovecharan. Me consta, según me informan fuentes de confianza que hay un planteamiento para restaurar más edificios, que pueden también en algún momento ser accesibles para pequeños comercios, aunque la mayoría (según tengo entendido), seguirán ofreciéndose a otras asociaciones.
Sin embargo, esta medida llega tarde y es insuficiente. Me comentaba una amiga cercana que Jerónimo Moya había propuesto a su abuelo poner unas macetas en el lugar donde tienen el aparcamiento (al bajar la cuesta de la Iglesia de la Magdalena, en una zona antiguamente usada para el comercio). Esa era la idea del alcalde, quitarle el poco acceso que tienen algunas personas mayores a un espacio donde poder aparcar sus coches para colocar unas macetas. Sin embargo, ese dinero estaría mejor invertido en una reparación de las calles y calzadas de esa misma zona, cuyo estado puede provocar accidentes en esas mismas personas.
La política aplicada no debe de ser tapar los huecos para dejar los agujeros. Una imagen bonita no soluciona el dominó de efectos sociales, culturales y políticos que surgen del mal estado de nuestro Casco Antiguo. Tampoco me contento personalmente con el fanatismo de empresas buitre que están surgiendo en otros municipios y que engañan a la gente para comprar casas por valores ínfimos para después repararlas y venderlas a grandes precios, generando así una gentrificación peligrosa para nuestra gente.
La hoja de ruta pasa por reparar urgentemente los problemas más acuciables de nuestras calles (limpiar escombros, reparar baches, castrar gatos...) para después generar un plan que a largo plazo genere un Cehegín más seguro y sano para sus gentes.
Con esta problemática en mente escribí el poema 'Puntarrón', tratando de construir una imagen certera de estas casas:
Mira las casas, se caen,
reventadas por el tiempo.
Con su mismo peso yacen
de soledad y cemento.
¡Qué lástima de bodegón
el de esas casas vacías,
que en las calles, sin perdón,
se están quedando sin días!
Muros que aguantáis lo poco
que queda de quienes murieron.
Voy cantando como un loco
porque mis ojos os vieron
y pensé en mi soledad
y en cuando caiga yo muerto
y en perder la libertad
por no cuidar mis cimientos.
Alguien os verá algún día
¡Aturdidos, poderosos!
En esa guerra perdía'
del muro contra el reposo.
Y será ese su cantar
de alegría definitiva,
resisitir porque es crear
y amar en carne viva.
Artículo escrito por Alfonso Javier Fernández de Gea, Graduado en Periodismo por la Universidad de Murcia. Bajo el pseudónimo 'Alfaro De Gea' publica 'Puntarrón', el video-poma que acompaña el artículo y que se sitúa dentro de su proyecto 'El Faro de la Tierra'. Como poema, 'Puntarrón' pertenece al libro 'Canto a la ternura', que aún no ha sido publicado.